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Del yo al nosotros como ética: filosofía de la práctica. Edgardo P. Bergna

 

 

Presentado en las Jornadas de psicooncología, AMA 2006: "Un Abordaje Integrador" Simposio: "Interdisciplina en oncología: diferentes miradas". Buenos Aires 8 y 9 de septiembre 2006. y en el IX foro para el equipo de salud en oncológica sobre el tema "paciente oncológico, familia y equipo tratante: encuentros y desencuentros"; aula de la biblioteca de la Academia Nacional de Medicina , Buenos Aires, 10 de noviembre de 2006

 

Introducción

«Toda exposición, es por naturaleza un recorte desde una disciplina y, muchas veces, un recorte dentro de la misma disciplina. La filosofía, si es una forma válida de enfrentar los problemas que nos plantea nuestro tiempo, lo es en tanto que hacer filosofía es pensar, es búsqueda de sentido y, cuando está en relación interdisciplinaria con los demás campos del saber, será una propuesta entre otras, con la única condición de no negar el espíritu crítico ni ocultar la subjetividad de quien escribe»[1].

 

 

 

La pregunta demarca la perspectiva desde donde se alumbra éste escrito. El mejor destino que pudieran tener estas palabras es el de ser «partera de ideas»; es en el diálogo[2] donde las preguntas generan una dinámica cuyo objeto no tiene el sentido de agón -competencia- sino el de la aproximación a una verdad buscada por los interlocutores.

 

Por otra parte, si bien la filosofía desde sus principios tiene por objeto una descripción del mundo, no es menos cierto que de ello, surge una multiplicidad de maneras de ver el mundo; estas Weltanschauung[3] están a la base de todo pensamiento que en sus respectivas disciplinas pretendan, con su aporte de novedades, inscribir un "cambio del mundo" en el área de su participación. Dicho esto, se nos presenta la filosofía de la praxis-filosofía de la práctica- en todo caso donde la praxis sea fundamento de toda teorización.

 

 

Exclusión del Otro.

 

El nombre que se ha querido dar a este simposio: Interdisciplina en oncología: diferentes miradas; nos hace reflexionar respecto de la posición de un determinado saber cuando es convocado a participar entre otros, y cuál es la actitud de aquél, que en nombre de la disciplina que le es propia, toma con respecto a los demás.

 

Si la relación entre los hombres está fundada en el poder, si son relaciones de poder como anuncia Foucault; entonces su relación con otras personas será del orden «sujeto-objeto». El hombre como individuo en relación consigo mismo o con valores superiores, (dioses, Dios o su propio saber) actuará conforme a una voluntad subjetiva del bien; en virtud de sus creencias o de un imperativo, y se opondrá ante cualquier sospecha de diversidad ejerciendo su poder; actuará con violencia, y en este caso habrá una puja de saberes donde cada quien querrá que los demás, sean meros asistentes del suyo. Una visión del mundo fundada en la prevalencia del Yo, enmarcado en el ámbito de la relación sujeto-objeto, da como resultado una relación violenta en tanto que anula «la mirada hacia el Otro».

 

La manera de desplegar su actividad, conforme a modelos culturales es lo que hace que el hallazgo contemporáneo de la relación con el Otro esté interdicto. Como individuo no se sabe leer comprehensivamente cuales actos generan violencia y se «naturalizan», ya que puestos en el plano individual y si se quiere moral anulan todo compromiso y responsabilidad con relación al Otro, relación aniquilada desde una visión del mundo totalizadora e individualista, que produce individuos forjados en sus propios intereses lejos de producir personas forjadas en un interés común. Cuando se trata de un trabajo donde concurren distintos saberes, según este modelo individualista, lo que habrá es una mera acumulación de disciplinas, una panoplia de sentidos cuyo "objeto" podrá ser el mismo, pero abordado desde aristas diferentes, lucirá para cada uno como la totalidad del "objeto". Se nos presenta así un hecho que podemos llamar multidisciplinario pero jamás interdisciplinario.

 

El salto cualitativo desde la multidisciplina se funda justamente en lograr una mirada holistica como capacidad de descubrir, comprender e integrar relaciones interdependientes entre saberes, sobre todo si el "objeto" de las ciencias al que venimos haciendo mención es el hombre. Estaríamos pues, en un ámbito interdisciplinario. Se debe hacer mención aquí que el planteo que se hace con relación a lo transdisciplinario[4] como modo de trabajo opuesto a la interdisciplina, no resulta a nuestro juicio, sino la

trans-fusión de saberes que dependen de necesidades histórico-culturales, origen de "nuevas disciplinas"; en tanto que, la interdisciplina puede verse como proceso dialéctico superador de cada disciplina, pero no anulador de éstas.

 

 

Del «yo» al «nosotros» Camino Ético

 

Pensar en interdisciplina desde la filosofía es válido, si se tiene en cuenta que un saber en el marco interdisciplinario es «potencia», que siguiendo a Aristóteles, se realizará en «acto»; será pues, «materia» que tomará «forma» en el registro de los actos. Un quehacer y de hecho discurso de una rama de la filosofía: ética, política y estética forman parte de la filosofía práctica, es decir, no es una rama teórica como la ontología. Se tratará pues de lo interdisciplinario en tanto que lo entendemos como una manera de actuar, concerniente al campo de la ética.

 

Quizá sea el de Kant el paradigma ético de donde se extraen con mayor fruición conceptos aplicables a éticas contemporáneas, Kant, propone una ética que tiene en cuenta sólo la moralidad en sí misma, el deber o la obligación de una moral formal y universal, basada en el imperativo categórico.

 

La crítica que Hegel realiza sobre la posición kantiana se basa en no admitir la escisión que pretende Kant con el ethos; lugar sin duda, tanto para Hegel cuánto para Aristóteles donde se despliega la actividad humana.

 

Hegel introduce así, la discusión entre moralidad y eticidad y, nos permite a la vez diferenciar lo ético de lo moral.

 

Entendemos ética en el sentido contemporáneo (introducido por Hegel) de eticidad, actividad que se desarrolla en un ethos determinado por intereses comunes a un grupo

 

 

Dicho esto, creemos que en la relación identidad-alteridad se puede ver al Otro aceptándolo o rechazándolo en su diferencia; el rechazo de la diferencia es violencia que, en principio, anula al Otro en una relación «sujeto-objeto». Es propio de esta relación esperar del Otro la semejanza; el «semejante», ocupa el lugar del Otro solo por el hecho de ser «semejante» en él hay la seguridad de la «mismidad».La filosofía contemporánea, toma el concepto de alteridad como la presencia necesaria del Otro, Husserl, Sartre, Merleau-Ponty y Levinas, lo creen necesario no sólo para la existencia y constitución del propio Yo, sino sobre todo para la constitución de la intersubjetividad.

 

Entonces, a partir de la ruptura con la mismidad subjetiva, es donde opera la apertura al Otro, del alter ego al otro que «es un yo que no soy yo»[5] dice Sartre; vemos un salto cualitativo desde el «yo» cartesiano condenado a su propia imago e incapaz de ver al otro sino por analogía de si mismo. Este cambio de «calidad» en la relación, constituye el camino del Yo al Nosotros.

 

Decíamos antes que acaece el acto violento por la anulación de «la mirada hacia el Otro». Sartre propone una salida al «Yo por analogía de si mismo». En El Ser y la Nada «la mirada del Otro»[6] va a ser constitutiva del Yo «...la mirada del otro abarca mi ser...» y de esta manera se experimenta al Otro como sujeto libre y consciente que podríamos denominar la «experiencia del Otro»

 

Conclusión

 

Para concluir podríamos tomar el término «experiencia del Otro» como guía para fundamentar una «episteme de la relación», un conocer por relaciones que incluya la mirada del Otro, el saber del otro, como necesario para consolidar una visión integral, o lo mas abarcadora posible del objeto a conocer; de eso se trata, creemos, lo interdisciplinario. Con todo, no podemos -ni debemos- desconocer los límites de nuestra propia disciplina, tener a la vista las "fronteras disciplinarias" implica el reconocimiento de fronteras simétricas en un plano de relación horizontal que posibilita el "dialogo de saberes", pero además requiere de la «anulación de toda extensión indebida de un saber»[7]: ne supra crepidam sutor iudicet (un zapatero debe limitarse a opinar sobre sus sandalias) dice el escritor romano Plinio el viejo[8] ; y mucho antes Platón, cuando acepta la explicación del zapatero sobre que significaba ser zapatero, le advierte: «Muy bien, pero nunca confundir el mundo con una zapatería»[9].

 

La filosofía en la actualidad toma una actitud critica frente al racionalismo totalitario, tanto Foucault, Deleuze, Benjamin y otros, manifiestan la importancia de lo interdisciplinario en tanto que no hay verdad absoluta; lo que hay si, es el compromiso absoluto por el respeto al Otro.

 

Ser muy cauteloso con el propio ego es una manera esencial para el dialogo entre saberes; tomo prestado aquí un concepto que Carlos Juan Bianchi[10] vierte en su trabajo con relación al duelo: considera necesario para su superación practicar el egocidio. Salir del centro de la escena es practicar egocidio e implica una renuncia al saber totalitario y opresivo que no da lugar al Otro «sea colega, al enfermo que busca ser escuchado, ser mirado, ser atendido...»[11] ya que la ética según Levinas es la responsabilidad para con el otro, el ser-para-el-otro que pone fin al rumor insensato del Ser.

 

 

Vicente López, agosto, 2006

 

 

 

 

 

 

 

 


[1] Sigo, en este texto, a Alain Badiou en Introducción a El ser y el acontecimiento, donde dice que la filosofía debe proponer un marco conceptual donde se pueda reflejar la compoossibilité, despojándose de toda ambición fundadora en la que se perdería. En Bergna, Edgardo Violencia: La ausencia de una mirada

[2] Si bien esta referencia es de neto cuño platónico, hoy a partir de la "ética discursiva" Karl Otto Apel y Jürgen Habermas tratan de superar los limites monológicos -Kant- e intentan mediante lo dialógico, lo intersubjetivamente justificable la fundamentación de la universalización de las normas correctas.

[3] El término hace referencia a "visión del mundo", "cosmovisión" "interpretación del mundo" Max Weber, ha dado al término el significado de «sistema de creencias» propio de un grupo social, noción que equivale a la de ideología.

 

[4] Me refiero aquí a la propuesta de Susana Kesselman en: Transdisciplinación como producción de subjetividad/corporalidad. Corpodrama como pensamiento corporal. Donde dice: "la interdisciplina nace de un hambre de completar más aún algo que a la disciplina le falta(...)En la interdisciplina hay respeto, cuidado obsesivo por el objeto de estudio. En la transdisciplina hay mezcla caótica de subjetividades, tal como proponemos en la Multiplicación Dramática.

[5] Sartre J.P., El ser y la nada, Losada, Buenos Aires 1976, 4ª. ed., traducción de Juan Valmar, p. 360-363.

[6] Op.Cit pag 280.

[7] Garmendia de Camusso, Guillermina, Ética e interdisciplina

[8] Plinio el Viejo (23-79 d.C.) describe la disputa del artista Apeles con un zapatero: Apeles, el pintor más famoso de Grecia colocó sus primeras obras en el voladizo de su casa y se escondió tras una mesa para escuchar la crítica del pueblo llano, a quien consideraba un juez más estricto que a sí mismo.

Un sutor (zapatero) observó que en el interior de un zapato faltaba un ojal. El pintor remedió la falta con gusto. El zapatero, animado, extendió su crítica a la pierna de la figura representada, pero Apeles le respondió: ne supra crepidam sutor iudicet (un zapatero debe limitarse a opinar sobre sus sandalias).

[9] Garmendia de Camusso, Guillermina, op.cit.

[10] Carlos Juan Bianchi es médico psiquiatra, psicoterapeuta especialista en Duelo.

[11] Garmendia de Camusso, Guillermina, op.cit.

 

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